Me encanta habitar en mi zona de confort. Para mí, ahí es donde ocurren las cosas que más me gustan: el café cortado, cantar, tener horarios, descansar los domingos, etc. En resumen, me agrada estar cómoda, de hecho, es mi prioridad. En mi zona de confort tengo a mis amigos, familia, música, libros, proyectos, trabajo, ideas, lo que sea.
La zona de confort o zona de seguridad es nuestro lugar seguro, desde donde podemos regular las cosas, es ese «espacio» que en general, no causa tensión, estrés, ni desgaste emocional.
Todos tenemos una zona de confort, pero con frecuencia se nos dice que debemos dejarla: se nos repite casi como una especie de mantra moderno que “la vida comienza donde termina tu zona de confort”. Es cosa de buscar en la web y encontrar miles de links con páginas que nos dan la receta -mas bien las instrucciones- para abandonarla con urgencia. No sólo se nos dice que tenemos que salir de nuestra zona de confort, sino que, además, la debemos evitar y en cambio, buscar la incomodidad, la incertidumbre, para así alcanzar nuestras metas y “ser felices” (porque suponen que no lo somos).
Resulta que en tiempos actuales, donde estamos sobre demandados de trabajo, responsabilidades y mil cosas por hacer, puede llegar a ser super abrumador sentir esa presión por salir de la zona de confort: cada día es más frecuente percibir en mi familia, amigos o en las personas en general, ese cansancio de escuchar una y otra vez que necesitan “hacer más”, “lograr más”, “tener más”, “sacrificarse para…”, “luchar por..” etc., y que el único camino para alcanzar el éxito es buscar la incomodidad y salir de la seguridad porque ahí no van a conseguir todo eso. Y si es así, ¿a dónde quedan todas las frases que dicen que tenemos que “brillar”, amarnos siempre y aceptarnos tal como somos? Parece muy contradictorio.
Pensar que la única forma de crecer y tener éxito es enfrentar obligatoriamente lo difícil y lo desconocido, es una creencia común. Pero, ¿será realmente la única opción? ¿Qué pasaría si digo que prefiero quedarme en mi zona de confort?
Claro que es positivo de vez en cuando desafiarnos a nosotros mismos, enfrentarnos a situaciones diferentes, tomar riesgos y crecer. Pero eso no es lo mismo que imponernos la incomodidad, o creer que la incomodidad en sí misma generará crecimiento, porque puede que no.
Supongamos que repetimos a diario a una persona introvertida que salga de su zona de confort, considerando que realmente se siente cómoda teniendo pocos amigos y trabajando solo con un compañero en la oficina: ¿la tenemos que presionar incansablemente a que vaya a eventos sociales para que conozca personas nuevas, aún sabiendo que eso le provoca angustia e inseguridad (y que daña su salud mental)? A veces olvidamos que todos somos diferentes. No todos necesitamos las mismas cosas para sentirnos bien, pero todos necesitamos comodidad.
Los humanos estamos biológicamente programados para sobrevivir. Buscamos la seguridad por naturaleza. Si nos alejamos mucho de nuestra zona de seguridad (o de confort) nuestros cerebros dejarán de prestar atención a cualquier otra cosa que no sea sobrevivir a la situación, sea cual sea. Gran cantidad de estudios apuntan a que solo cuando nos sentimos cómodos y seguros podemos acceder a nuestro verdadero potencial. La Teoría del Apego (John Bowlby), plantea que desde que nacemos necesitamos tener una conexión psicológica duradera con personas significativas (apego) y una base segura y cómoda sobre la cual explorar el mundo.
Es decir, nuestra condición natural está en la zona de confort y nuestra tendencia siempre será regresar a ella. Necesitamos sentir que el mundo es un lugar de confianza, y desde ese lugar o estado de seguridad, estar dispuestos a vivir experiencias nuevas y asumir riesgos. Es bueno probar cosas nuevas, pero en lugar de tener que salir de la zona de confort, es mejor expandirla. Si, ampliarla, para que no sientas que tienes que estar saliendo y entrando de ella todo el tiempo. Cuando ampliamos la zona de confort, nos vamos adaptando a las nuevas circunstancias sin abandonarnos a nosotros mismos.
Expandir tu zona de confort significa primero construir una base sólida, ponerte cómodo antes de asumir desafíos o enfrentar situaciones desconocidas. Obvio que no podemos prever todo y habrá momentos en los que tendremos que salir de la zona de confort (por ejemplo, un accidente o una situación inesperada), pero si la quieres ampliar, lo primordial es el autoconocimiento; saber lo que te hace bien y conocer tus límites.
Algunas ideas que te puedo dar para comenzar a fortalecer esa base sólida donde te sientes cómodo y seguro son:
- Autocuidado: mejora conscientemente tu cuerpo y cuida tu mente.
- Familia: si no tienes familia, crea una (recuerda que la familia se construye con lazos que no son obligatoriamente sanguíneos).
- Amigos: no tienes que ser amigo de todo el mundo (en realidad no se puede), pero es bueno acercarte y formar lazos de confianza con algunas personas que también los formen contigo.
Es tiempo de regresar a tu zona de confort y dejar de verla como algo limitante. Sentirte cómodo contigo mismo, con tus gustos, tus mañas y con tu historia de vida. Personalmente creo que mi crecimiento no está lejos de mi zona de confort: mis logros más bonitos han sido porque he hecho las cosas que me gustan, con el apoyo de las personas que me hacen bien, desde los lugares o estados donde me siento segura.
La zona de confort solo se vuelve limitadora cuando la usamos para justificar el estancamiento, cuando estar demasiado cómodos nos impide que hagamos las cosas que queremos hacer o cuando nos daña. No estás obligado a salir de la zona de confort, a menos que eso a lo que llamas confort sea un acostumbramiento al malestar y dañe tu salud física y mental (por ejemplo, una adicción a los videojuegos que te impida cumplir con tus roles laborales, familiares, te genere sedentarismo, mala alimentación, etc.).
Al final, todos necesitamos comodidad, pero también necesitamos crecimiento. Aunque a veces puede ser difícil separar lo que queremos y lo que la sociedad nos hace creer que queremos o necesitamos, así que mi mensaje es que permanezcas en tu zona de confort todo el tiempo que consideres necesario, y que salgas de ella cuando tú quieras hacerlo, pero mientras tanto: expándela, para que sea más grande y tengas más probabilidades de crecimiento.
Ps. Catalina Sepúlveda Sáez.